NOTICIA 20 MINUTOS. Fátima Román, una vecina de la localidad guipuzcoana de Deba, le ha salvado la vida a un bebé, que entró en parada cardiorrespiratoria en pleno vuelo entre Las Palmas de Gran Canaria y Hondarribia. «Creo que es lo mejor que he hecho en mi vida», ha explicado en declaraciones a EFE la mujer, que trabaja en una residencia de ancianos.
El susto tuvo lugar este domingo, cuando Román volvía de pasar unos días de vacaciones con su marido, Rafa Sarobe, en el archipiélago. Una hora y media después de que el avión despegase, la tripulación preguntó si había algún médico a bordo. Nadie se levantó. Román, que tiene un 86% de pérdida de visión por una meningitis que padeció con 11 años, no dudó en acercarse para intentar ayudar.
La mujer se desplazó a la parte delantera donde se precisaba la asistencia, convencida de que se trataría de un desvanecimiento de una persona mayor o una situación similar, algo a la que está más que acostumbrada porque trabaja como auxiliar de clínica en la Residencia San José de Bera. «Me manejo bien, pero algunas cosas me cuesta hacerlas más que a mis compañeros», ha asegurado.
Le hizo un masaje cardiaco
«En cuanto dije que era auxiliar de clínica y casi antes de acabar la frase me pusieron al niño encima, que estaba como muerto, como un trapo», ha contado. El bebé era mestizo, por lo que le resultó difícil valorar un síntoma como la palidez. Lo quesí pudo practicar al pequeño fue una prueba de azúcar con el glucómetro incluido en el botiquín del avión que dio resultados aceptables.
Los niveles de azúcar estaban correctos. Entonces, ante la sospecha de un paro cardíaco, procedió a hacerle un masaje cardiaco. Había realizado esta maniobra previamente pero solo con muñecos en los cursillos de primeros auxilios que imparten el personal de su centro de trabajo. Aun así, sabía que en los niños hay que hacerlo con dos dedos. Y eso hizo hasta que el corazón del bebé volvió a latir.
«No sé cuánto estuve pero al cabo de un rato el cuerpo entero del bebé empezó a latir», ha explicado. Los latidos primero iban más despacio de lo que debe hacer el corazón de un niño de meses, pero poco a poco alcanzó un ritmo normal y de pronto se oyeron los ruiditos típicos de un bebé.
Un aterrizaje de urgencia
Cuando el crío ya respiraba y se movía, una azafata preguntó a Fátima si creía que era necesario aterrizar o si se podía continuar el viaje, un brete ante el que de forma espontánea respondió que si fuera su hijo aterrizaría en cuanto se pudiera. Y así se hizo. La aeronave, con unas 80 personas a bordo, tomó tierra en el aeropuerto de Jerez, adonde había acudido el personal médico que iba a trasladar al hospital al niño, que viajaba acompañado de su madre y otra mujer.
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